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Y sigues en estas terribles ausencias… en la ausencia de ti mismo… en la sorpresa de cada mañana cuando al mirarte al espejo miras a un desconocido… lo aborreces por que te ha robado la vida… se ha adueñado lo poco que tenías… de aquello que tenías y tiras a la basura en un arranque de ironía y demencia…

Y aquel lo arropó… lo hizo suyo… y entró en tu casa… tomo tus cosas y se hizo pasar por ti… y vaya que lo hizo tan bien… ahora el eres tu… o tu eres el… no hay diferencia ante los demás… nadie te creería si los desengañaras… ha pasado tanto tiempo de esa usurpación, que el mundo está acostumbrado… sigue girando igual… sigue pasando la vida de igual manera…

Y has querido hacerle daño… y ves las heridas en ti… la sangre es la tuya… y el dolor se retorna a aceptar que te has perdido… a entender que no hay salida… que sólo la muerte sería la separación de ambos… pero eres lo suficientemente cobarde para no tomar esa salida…

Y ahora sólo te preguntas si el que escribe eres tu… o es el…